El Contrato

En el momento me sentía bastante desorientada, tengo la impresión de que me golpee la cabeza al caer con la esquina de la mesa. Cuando Zoe (la creación) me encontró estaba en una especie de convulsión, con espuma por la boca y los ojos en blanco.

Ya más estable y debido a que mi piel estaba empezando a trasparentar Zoe y Alma decidieron llevarme a la casa de las únicas criaturas que en según ellas podían ayudarme. Tengo mis dudas sobre mi condición en aquel momento ya que Zoe esta bien entrenada (para eso la hice), tener un ayudante pero también un discípulo.

A pesas de mi solución para El Percance que en algún momento relatare y querido lector tendrá que recordarme que lo haga. Esa solución también es mi condena, ya que, al quedar el anima y el alma divididas, el cuerpo es un cascaron que tiene que resguardarse bajo estrictas condiciones para que las tres parte puedan sobrevivir. 

Lamentablemente por mi terquedad en la cruzada contra los líderes del sello en ciudad Marfil y Solar mi cuerpo aunque bien protegido no era inmune de ser liberado. 
Después de que mi hermana y yo llegáramos al final del Laberinto, mi cuerpo no estaba ahí, todo fue un retorcido juego de aquellos a los que alguna vez servi y me empecine en destruir.

Todo lo anterior tiene como consecuencia que quien se degrada rápidamente es el anima, a pesar de usar todas mi habilidades y conocimientos para mantener mi actual situación, siempre hay un punto de quiebre.

Al llegar a la entrada de esa casa aparentemente estaba yo en ese punto, colgando con un brazo del hombro de Zoe. Alma toco la puerta, un viejo amigo de las guerras pasadas abrió, con la piel grisácea el cabello largo sin una gota de sangre propia y condenado por toda la eternidad.

Me levanto con una sola mano y me recosto en el divan del recibidor. Me miro por algunos segundos y le lanzo a Alma una mirada de confusión -Pero tu estas bien- Ella le devolvió la mirada con esos ojos de animal apunto de ser sacrificado. -Haz algo, por favor- El se paso la mano por la cara preocupado y le respondió -Ella no tiene un cuerpo exactamente biológico, no se si esta viva-. 

Zoe intervino explicándole la situación y todas las medidas que ya habían tomado, cuando al final de las escaleras apareció el Demonio. En un traje de tres piezas negro con una corbata escarlata muy alto, con piel blanca como el mármol y ojos verdes extrañamente brillantes. En la visión de Zoe quien me narra esta parte en la que no estoy muy consciente de lo que pasa. Además de una presencia impactante también te llenaba de escalofríos el cuerpo.

Pero Alma es especial de una manera admirable, uno de sus talentos es dejar pasar todas esas apariencias de largo, lo miro directamente a los ojos y le dijo -Hagamos un trato- con toda la determinación que jamás pensé que existía en ella.

El sonrió con curiosidad, se acerco a mi y me examino brevemente, tomo mi muñeca, la volteo paso su mano por mi cuello, la palma de su mano acaricio mi pecho. Zoe gruño mostrando sus característicos dientes afilados de homúnculo. 

El Demonio no presto la maás minima atención, cerro los ojos y se concentro un par de segundos. La palma de su mano se ilumino, se retiro y miro a Alma -Tienes mi atención-

Ella suspiro un segundo y dijo -Necesita aliento de vida, de manera permanente, tu se lo das y yo me quedo contigo el tiempo que lo requieras y en donde sea necesario- Tanto Zoe como el vampiro dieron un brinco y ambos exclamaron -¡Que!- 

El vampiro estaba apunto de intervenir con los ojos afilados llenos de enojo, El Demonio lo silencio con la mano, junto las palmas y las acerco a su boca meditando un momento. 

-Empecemos con 100 años, estoy intrigado, durante todo mi tiempo en este plano he sido testigo de la gran cantidad de alquimistas que han muerto o peor intentando hacer lo que ella logro. Puedes ir y venir a voluntad pero siempre debes regresar.- Alma asintió con la cabeza, con una daga cada quien se corto para ambos darse la mano.

Toda la brea negra tan característica de mi condición empezó a brotar por cada orificio de lo que quedaba de mi presencia. Las convulsiones volvieron y la mitad de mi cuerpo no se veía. 

Con lo que el finalizo -Sin embargo ella se queda aquí- señalándome con el dedo -No puede dejar el Valle y tendrá que compartir mi lecho-

La cara de Zoe se transfiguro, se lanzo con fiereza hacia el, pero el viento la estampo contra una pared  de la habitación. Alma con los dientes y puños muy apretados dijo -No puedo darte algo que no me pertenece- Frunciendo el ceño y sonriendo divertido el Demonio respondió -Tu eres la única que puede hacerlo- Alma cerro los ojos un momento y saco el aire del cuerpo. 

El me cargo y me puso en la mesa del salón, empezó a pasarme las manos por todo el cuerpo una energía negra salía de las pallas formando listones de oscuridad que me envolvían. Rayos de electricidad salían cuando esas sombras se fundían conmigo.

Me levanto un poco acerco su boca a la mía, la habitación estaba en completo silencio como si el sonido se hubiera diluido, finalmente acerco sus labios a los míos y exhaló un vapor turquesa con luz propia, mi pecho se inflo iluminandose también del mismo color. 

En lo profundo de mi estado me sentía hundida profundamente en un liquido que me impedía moverme, el frío estaba empezando a entumir mi cuerpo, cuando de pronto todo se ilumino de ese color turquesa sentí un inmenso calor, en algún momento pensé que me derretia. Mi columna vertebral se marque más de lo humanamente posible comencé a levitar, en ambos planos, ellos me vieron flotar en medio del salón.

Toda la casa comenzó a temblar, esa cobertura negra que me envolvía comenzó a quebrarse, de las grietas salía una luz dorada. Con ambas palmas levantadas El demonio decía algo que ninguna de las dos logro comprender. Los cristales de la casa se reventaron solo para ser apocados por el ruido que hizo mi cuerpo al caer. 

El casaron negro se termino de romper, el contrato estaba cerrado.



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