La Cena

Abrí la Puerta, cruce la calle, subí las escaleras y le dije feliz navidad mi hermana le entrego un regalo, toque a mi hermana del hombro -en un minuto te alcanzo.-
Pensé en decirle tantas, pero tantas cosas, como que se fuera la demonio, que nos dejara en paz.
esquelética, anciana con poco cabello en una pijama de filtro azul con ositos. Pero lo mas duro fue verla completa mente sola en una casa que refleja esa miseria interna que la carcome.
¿Quien soy yo para empeorar las cosas? Aun sabiendo que no se merece menos.
Respire profundo y le dije -Abuela, tienes que dejar de pensar en lo que no tienes, en mi tío y mi tía, mejor piensa en el amor que mi mamá te tiene, valoralo pensar en ellos solo te hace daño. No la deje decirme mucho.
No la eh perdonado y creo que jamas lo haré, se que eso me daña mas a mi que a ella, pero aun no tengo la madurez para dejarlo ir.

En estos momentos miro por la ventana y veo a todos esos fantasmas se asoman, resplandecen, están en un tiempo paralelos a nosotros somos invisibles para ellos. Los vivos que quedan se comportan de la misma manera, aveces mi mama lo hace. La gente que la rodea se mueve así, me da miedo preguntarme si yo me veré así en algún momento, yo trato de mantener la mayor distancia posible, ese era mi destino, pero en algún punto lo cambie. Yo cerré esa puerta ignorando todo lo que ella pudiera pensar, querer o hacer. Baje las escaleras y entre a la casa, ignorando ese cuerpo fantasmal que se asoma por la ventana.
Cenamos y nos reímos.
La cena quedo exquisita toda la familia aporto y ayudo.
Fue diferente, cálido.








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